miércoles, 28 de diciembre de 2011

Viajar al pasado

Es un tema presente en el imaginario humano desde tiempos remotos y que ha sido plasmado en libros y películas en numerosas ocasiones. Puede que sea por el deseo de poder ir hacia atrás para cambiar algo que nos gustaría modificar, o quizás por la excitación de ser capaces de ver un mundo tan diferente al nuestro.

Suponiendo que hay alguna forma de llevarlo a cabo (cosa que la ciencia actual no descarta), se presentan una serie de inconvenientes. En primer lugar, está la cuestión de cómo los cambios en el pasado afectan al tiempo presente. Por poner un ejemplo ya utilizado en el cine, imaginemos un viajero que decide viajar al pasado y, antes de que nosotros hayamos nacido, disparar a nuestro padre. ¿Deberíamos seguir existiendo en el presente?
Se plantean tres posibilidades:

  1. Los cambios en el pasado modifican inmediatamente el presente. En este caso, al matar el viajero a nuestro padre deberíamos desaparecer instantáneamente. Pero imaginemos que tenemos un hermano mayor que en el momento en el que el viajero temporal da muerte a nuestro padre, ya ha nacido, y que además nuestra madre tiene posteriormente otros hijos de un nuevo matrimonio. En ese caso, deberían aparecer en el presente de manera inmediata esas nuevas personas que nunca nacieron pero que con los cambios del viajero en el tiempo acaban de ser creados. Pero no sólo eso, del cerebro de mi hermano mayor deberían borrarse los recuerdos que tiene de mí (puesto que yo nunca he nacido) y aparecerían instantáneamente nuevos recuerdos de la infancia de sus nuevos hermanos nacidos del otro matrimonio de nuestra madre.
Por otro lado, si dentro de unos años un segundo viajero temporal decidiera ir al pasado y matar al primer viajero antes de que éste inicie su viaje, yo debería de nuevo aparecer y tendrían que desaparecer aquellos que nunca habían existido y el cerebro de mi hermano mayor volvería a reconfigurarse.
Es decir, tanto las personas como sus cerebros se verían constantemente modificadas con las acciones de los viajeros en el tiempo. El presente y el pasado se estarían continuamente reescribiendo, pero eso choca con la idea que tenemos del tiempo puesto que se supone que es sólo el futuro lo que está por escribir mientras que el pasado es inamovible. ¿Qué sentido tiene hablar de pasado si es algo que puede estar por venir, si no hay más que viajar en el tiempo para que el pasado se convierta en futuro? Sólo habría presente y futuro. El tiempo perdería su concepción lineal y su coherencia. Habría que tirar los libros de historia, ¿para qué estudiar algo que se está modificando día a día?
  1. Los cambios en el pasado crean universos paralelos con las nuevas realidades. En este caso, lo que ocurriría es que al matar el viajero temporal a nuestro padre se crearían dos realidades, una que es la que estoy yo viviendo en un presente en el que yo existo, y otra que es la modificada por el viajero temporal en la que yo no existo pero sí mis nuevos “hermanos”. Para mí no habría problema, pero mi hermano mayor, ¿cómo podría estar viviendo en dos realidades simultáneamente? Si se pusiera de moda el turismo temporal y empezase a practicarse por millones de personas, ¿significaría eso la creación de millones de realidades? ¿Tendría la gente que vivir en millones de universos simultáneamente?
El universo fue creado hace miles de millones de años. De repente, en un pequeño planeta, unos diminutos seres comienzan a viajar en el tiempo. ¿Tiene sentido que sus viajes provoquen nuevos universos para dar coherencia a sus vidas? Imaginemos que es una civilización alienígena la que mañana aprende a viajar en el tiempo en un remoto lugar de galaxia, ¿hay que crear nuevos universos por cada viaje temporal que hagan esas criaturas?
  1. Los cambios en el pasado no tienen influencia alguna sobre lo que consideramos presente. En este caso, mi vida actual no se altera por los cambios que el viajero realice en el pasado, ni tampoco se crea un universo alternativo. Simplemente se ha modificado el pasado, pero el presente no se ve afectado.
Pero en ese supuesto, se perdería la idea de causalidad. Todo en el universo tiene una causa y un efecto. Yo estoy aquí por mis padres, una piedra cae porque alguien la ha tirado y la gente muere porque un día nació. Pero si se pueden realizar cambios en el pasado y éstos no afectan al presente, empezarían a desaparecer las causas de los efectos que observamos. Yo estaría aquí sin haber tenido padres, me podría caer una piedra que nada ni nadie nunca levantó del suelo y podría morir sin haber nacido jamás.

Pero quizás lo más extraño de un viaje al pasado, independientemente de las tres posibilidades antes expuestas, sería la aparición de un “yo robótico”. Hace diez años a estas horas yo viajaba en un autobús rumbo a la universidad. En ese viaje no hablé con nadie, me limité a leer un libro durante todo el camino. Si un viajero temporal viaja esos diez años exactos, coge el mismo autobús y se pone a hablar conmigo, ¿qué le contestaré? Mi conciencia está en este yo presente en el 2011. ¿Quién decide las respuestas de ese yo que dejé en el 2001? ¿Quién controla sus reacciones? Es como si dejáramos robots cada segundo dispuestos a interactuar con un hipotético viajero temporal.
Esta conciencia de nosotros mismos que muchos creemos que produce una libertad de actuación, o al menos un freno o un cierto control sobre las acciones de mi cerebro, sólo puede existir en un instante, en un presente, en una realidad, en un universo. El resto de “yos” no son sino robots sin conciencia que hemos abandonado en otro momento temporal. No se puede decir que seamos nosotros en ese instante, puesto que hemos perdido su control.

Parece que se mire por donde se mire, es poco probable que seamos capaces de dar coherencia a los viajes al pasado. Quizá sea un límite que nuestro cerebro no pueda cruzar, bien porque no alcanzamos la respuesta correcta o porque no llegamos a plantear bien las preguntas.

martes, 6 de diciembre de 2011

La tela de araña

Nadie puede leer el blog de su bisabuelo. ¿Significa eso que todas sus ideas, que su forma de ver el mundo se ha perdido para nosotros en tan sólo tres generaciones? ¿Queda alguna huella de su paso por el mundo?

Hace muchos siglos un azteca pasaba la noche en vela preguntándose si era conveniente para su hijo convertirse en el chamán de la tribu. ¿Qué importancia tuvo aquella decisión si hace cientos de años que ambos no existen? Anoche muchos hombres dieron vueltas en la cama preocupados por temas que resultarán insignificantes para aquellos que nos contemplen dentro de miles de años. La vida es unas pocas décadas en medio de una eternidad.
La mítica frase de uno de los personajes de Blade Runner resume esta sensación: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.”

Pero nuestra vida, por breve que sea, nunca se pierde como lágrimas en la lluvia. Cada ser humano que vemos, oímos o leemos, directa o indirectamente, tiene una influencia sobre nosotros. Si agredimos violentamente a alguien o si ayudamos a comer a quien está hambriento, el transcurrir de sus vidas se verá sensiblemente modificado por nuestra acción. Incluso el asceta que se retira a la cima de una montaña y no interactúa con nadie, influye sobre nosotros ya que la sola idea contada puede hacernos variar, aunque sea levemente, alguna de las decisiones que tomamos. Todos estamos enlazados por una especie de tela de araña invisible que representa la influencia que ejercemos los unos sobre los otros.
En el ejemplo anterior, el hilo que nos une con la persona agredida o alimentada será muy fuerte. Pero ellos a su vez tendrán hilos de unión sobre otros seres humanos, luego al influir nosotros sobre los primeros, de alguna manera les hacemos cambiar y esto influirá a su vez sobre los segundos. Directa o indirectamente, existe una relación que nos une a todos los seres humanos.

Este hilo es también muy grueso con nuestros padres, hermanos e hijos. Pero nuestros padres a su vez mantienen un hilo con sus propios padres y así sucesivamente, por lo que estamos unidos indirectamente con todos nuestros antepasados. Pero como éstos a su vez estaban enlazados con todos sus contemporáneos, toda la humanidad se encuentra unida con todas las humanidades pasadas: la tela de araña se extiende hacia el pasado.

Así que aquel azteca que un día no durmió, está unido a nosotros a través de decenas de generaciones, aunque sea de manera muy leve e indirecta. Lo que él hizo influyó en sus hijos y en sus contemporáneos, que a su vez inspiró las acciones de los hijos de éstos, por lo que el hilo de la decisión tomada aquella noche de algún modo llega hasta nosotros.

Del mismo modo, un grueso hilo nos une a nuestros hijos. Aunque no tengamos descendientes, influimos sobre gente que sí los tiene así que de un modo u otro estamos interviniendo en las decisiones que tomarán las futuras generaciones.

Los recuerdos no se pierden como lágrimas en la lluvia, sobreviven en la enorme tela de araña que une el pasado con el futuro. Cada hombre teje una parte. De nosotros depende qué pequeña huella queremos dejar en el mundo. La suma del trozo de tela que entre todos creamos determina el devenir de la humanidad. Nuestro pequeño retal permanece eterno e inmortal.

Tenemos que decidir si queremos ayudar a construir un mundo mejor, si deseamos intentar dejar un mundo del que podamos sentirnos orgullosos o si por el contrario preferimos tratar de romper toda la tela y estropear un tejido que data de millones de años. También podemos quedarnos parados y no hacer nada, tejer lo menos posible y dejar que sean otros los que diseñen el mundo que heredarán nuestros hijos.

Escribir un blog (o cualquier otra cosa) es una forma más de lanzar un fino hilo no sólo a quien pueda leerte en este mundo, sino a tus bisnietos o a sus contemporáneos (si la fortuna quiere que tus palabras no hayan ya desparecido de un modo u otro). Tu relación con ellos no precisa que dejes un testimonio escrito, pero es un modo más de trazar un pequeño trozo de tela que te enlace con ellos.
Así un día otros podrán echar un vistazo al blog de su bisabuelo.