lunes, 10 de septiembre de 2012

Paula y María


A veces no soporto dedicar la mayor parte de mis días a un trabajo en el que no creo y busco una forma de encontrar un sentido a lo que hago, una manera de lograr esa quimera a la que llaman autorrealización.

A veces me siento encerrado dentro de mí mismo, presa de una mente incapaz de comprender y dar sentido al mundo que le rodea, encerrado dentro de un lenguaje que no me deja expresar lo que pienso y siento.

Y entonces voy paseando y veo a María y a Paula a mi lado, cogidas de la mano, mirándose a los ojos y riéndose y de repente todo encaja, las palabras y las ideas ya no son necesarias, sé que si hay algo parecido a un sentido de la vida es éste, y la sola imagen me explica todo aquello para lo que las palabras se quedan cortas, llega a ese mundo al que el lenguaje no puede acceder.

Ojalá se cayera más a menudo el telón de la mente y el lenguaje y pudiéramos ver con más frecuencia la realidad desnuda.

Ojalá siempre pueda verlas caminando a mi lado.

19/03/2018. PARA SAMUEL: cuando escribí esta entrada (10/09/12) tú aún no existías. La vida aún me reservaba la maravillosa sorpresa de conocerte, la inmensa felicidad de que seas mi hijo. Quiero editar esta entrada para que, si algún día la lees, sepas que cada vez que te veo, siento lo mismo que expresaba en estas líneas hace casi seis años.
Os quiero mucho.

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